¡Ah, la ‘cocina’! Esa zona mística, ese cuadrilátero de siete pies que genera más dilemas existenciales en la pista de pickleball que un filósofo presocrático en un banquete. ¿Quién no ha sentido la tentación de poner un pie (o al menos un dedito) en ella, cual explorador ávido de territorios prohibidos, justo antes de ejecutar esa volea perfecta? Amigos y colegas de la pala y la pelota, prepárense, porque el año 2025 nos trae una modificación reglamentaria que, aunque sutil, promete alterar nuestras percepciones y, quizás, incluso nuestra estrategia más íntima. ¿Están listos para redefinir el arte de la volea? Porque si no lo están, ¡la ‘cocina’ podría volverse aún más picante!
Durante años, la Zona de No Volea (ZNV), cariñosamente apodada ‘la cocina’, ha sido el epicentro de la controversia. La norma era clara: ni se te ocurra poner un pie dentro o sobre la línea mientras voleas, y mucho menos que tu impulso te lleve allí después del golpe. Pero, ¿qué pasaba con la pala? Ese fiel apéndice de nuestro brazo, ¿podía aventurarse en ese terreno antes de que la pelota recibiera su justo castigo? La ambigüedad era tal que muchos nos sentíamos como Sócrates, sabiendo que no sabíamos nada, o al menos no con total certeza. ¡Qué agonía!
Pero el oráculo de USA Pickleball (y por ende, la Federación Global de Pickleball) ha hablado, y para 2025, la Regla 9.B.1. viene a poner orden en este caos existencial de la pala. La modificación redefine el acto de volear de una manera que podría cambiarlo todo: ahora, la volea «comienza cuando la pelota es golpeada en el aire antes de botar (volea) y termina cuando el movimiento del jugador derivado de la acción de seguimiento (impulso) se detiene». ¿Lo pillan? ¡El movimiento del golpe previo al contacto ya no forma parte de la volea! Es decir, si su pala decide hacer una visita de cortesía a la ‘cocina’, incluso raspando el suelo o la línea, *antes* de que el esférico sea impactado, ¡ya no es falta!
Esto es revolucionario, ¿o no? Imagine la escena: esa dejada traicionera que apenas levanta unos centímetros sobre la red. Antes, si su pala, en su afán por alcanzarla, rozaba la línea de la ‘cocina’ en el pre-swing, era una falta. ¡Un punto perdido por un suspiro! Ahora, puede colocar su pala con la tranquilidad de un chef preparando su plato estrella, siempre y cuando sus pies permanezcan como el César, ‘fuera de Roma’ (o sea, fuera de la ZNV) al momento de golpear. «¿Quién diría que la liberación de la pala sería tan emotiva?», me pregunto yo, mientras esbozo una sonrisa.
Pero, un momento, no todo es barra libre en este restaurante de reglas. Si bien su pala goza de nueva libertad pre-impacto, sus pies siguen siendo los guardianes de la virtud. Si pisa la ‘cocina’ con sus pies (o cualquier parte de su cuerpo) mientras volea, o si el impulso post-golpe lo lleva a ella, ¡sigue siendo una falta! La regla del impulso se mantiene firme, como un roble centenario ante la brisa de los cambios. La única excepción para entrar en la ‘cocina’ con los pies es si la pelota ya ha botado dentro de ella. Entonces sí, puede entrar, devolver el golpe, y salir como alma que lleva el diablo para evitar cualquier represalia.
Entonces, ¿qué implica esto para la estrategia? ¿Veremos a jugadores más audaces con sus palas, estirándose al máximo, casi besando la red con la punta de su equipo, sabiendo que el pre-swing es su zona franca? ¿Aumentará la espectacularidad de los ‘dinks’ y las voleas cerradas, sabiendo que un «raspado» accidental no será penalizado? Es un cambio que fomenta la precisión del contacto, no la trayectoria del swing. Y para los puristas del deporte, aquellos que valoran la integridad y la claridad, esta distinción es tan bienvenida como un buen vino en una tarde soleada. Personalmente, me parece un ajuste de una elegancia comparable a un saque ‘underhand’ perfectamente ejecutado, ¿no les parece?
Además, hay una pequeña adición sobre el contacto entre compañeros (Regla 9.H.) mientras uno volea y el otro está en la ‘cocina’: sigue siendo legal, siempre y cuando no se toquen entre sí ni con su equipo. ¡Porque la armonía en la pareja es clave, incluso en el caos de la ‘cocina’!
Así que, aficionados, gestores, y practicantes del deporte de moda: estudien estas nuevas escrituras. Porque en la cancha, como en la vida, el conocimiento es poder. Y saber cuándo tu pala puede «asomarse» a la ‘cocina’ sin consecuencias es un poder que bien vale oro. ¿Están listos para poner a prueba esta nueva libertad? ¡Salgan a la pista y descubran si este cambio les hará sentir como auténticos maestros culinarios del pickleball o si, por el contrario, terminarán con sus palas en la sartén!
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